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No te engañes. No deformes a Dios

No te engañes. No deformes a Dios

Dios No Está Desfigurado: La Biblia muestra quién es Él de verdad

Luis M. Sarabia

No el dios que te enseñaron, sino el Dios que se revela en Su Palabra

Vivimos en una era donde muchos han desfigurado a Dios.
Lo han estirado, recortado, suavizado, y vuelto más “amigable” para las masas.
Hoy se predica a un “dios” que parece un abuelo consentidor: todo lo aprueba, todo lo tolera, a nadie corrige y a todos abraza. Un dios hecho a imagen del hombre moderno, emocional, incluyente, positivo y sin juicio.
Pero ese no es el Dios de la Biblia.
Ese es un ídolo disfrazado de compasión, una mentira con lenguaje cristiano.

Dios no ha cambiado, el hombre sí

La Escritura es clara:

“Yo Jehová no cambio…” (Malaquías 3:6)

Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos (Hebreos 13:8).
Él sigue siendo fuego consumidor (Hebreos 12:29), sigue aborreciendo el pecado (Salmo 5:5), sigue castigando la iniquidad (Nahúm 1:3), sigue enviando al impío al infierno (Salmo 9:17).
Y sí, también sigue perdonando, sigue llamando al arrepentimiento, sigue salvando al pecador que se humilla. Pero todo eso lo hace en Su forma, no en la del hombre.

Dios es amor… pero también es juez justo

“Dios es amor” (1 Juan 4:8)
Pero también es “Dios justo, y Dios que se indigna cada día contra el impío” (Salmo 7:11).

“Clemente y misericordioso es Jehová; lento para la ira, y grande en misericordia.” (Salmo 145:8)
Pero también: “Horrenda cosa es caer en manos del Dios vivo.” (Hebreos 10:31)

¿Ves el equilibrio?
La Escritura no esconde ninguno de sus atributos.
Dios no está en conflicto consigo mismo. Él ama con justicia y juzga con misericordia. Pero nunca niega su santidad para favorecer la comodidad del hombre.

El problema es que muchos solo quieren la mitad de Dios

Quieren a un Dios Salvador, pero no a un Dios Señor.
Quieren a un Dios que perdona, pero no a un Dios que exige santidad.
Quieren un cielo, pero no quieren una cruz.

Y así van muchos, cantando, predicando, hasta “adorando”… pero adoran un dios desfigurado, una mezcla de filosofía pop, psicología barata y religión tibia.
Se han hecho un becerro de oro moderno con nombre cristiano.

“Tienen apariencia de piedad, pero niegan la eficacia de ella; a éstos evita.” (2 Timoteo 3:5)

Dios inculpa al culpable

Éxodo 34:7 lo deja claro:

“Que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado…”

Es decir: Dios perdona, sí, pero también inculpa. Él no deja al impío sin juicio si no hay arrepentimiento.
La cruz no es una excusa para seguir en pecado.
Y el evangelio no es un paño tibio para limpiar conciencias culpables que no quieren morir al yo.

Ve a la Biblia, no a tu experiencia religiosa

Ya basta de moldear a Dios según la experiencia, las emociones o las doctrinas populares.
La única fuente segura para conocer quién es Dios es la Biblia.
Y la Biblia no presenta a un Dios desequilibrado, ni a un Dios emocional, ni a un Dios de tolerancia humanista.

Presenta a un Dios que:

  • Mató a Ananías y Safira por mentir (Hechos 5:1–11)
  • Abrió la tierra para tragar a Coré y sus seguidores (Números 16)
  • Destruyó a Sodoma y Gomorra con fuego (Génesis 19)
  • Envió al diluvio sobre el mundo entero (Génesis 7)
  • Mandará al lago de fuego a todo aquel que no se haya arrepentido y creído en Cristo (Apocalipsis 20:15)

Y ese mismo Dios también envió a Su Hijo a morir por pecadores, porque es rico en misericordia y amor.

Pero Él es todo eso a la vez. Y no puedes escoger solo lo que te gusta.

No te engañes. No deformes a Dios

El dios que no corrige, no castiga, no condena y solo “ama”, no es el Dios de la Biblia.
Es un ídolo creado por los hombres para vivir sin temor. Y sin temor de Dios no hay verdadera conversión.

“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová.” (Proverbios 9:10)
“Con misericordia y verdad se corrige el pecado, y con el temor de Jehová los hombres se apartan del mal.” (Proverbios 16:6)

Dios no está desfigurado.
Los que se han desfigurado son los hombres, púlpitos, las doctrinas y los corazones.

Ve a la Biblia.
Ahí encontrarás al Dios verdadero.
Y ese Dios no es manejable, ni negociable…
Pero sí es glorioso, santo, temible y digno de adoración.

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