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Lot: Una luz de advertencia (3 parte)

Lot: Una luz de advertencia (3 parte)

3) Razones por las cuales Lot se detuvo

Consideremos ahora las razones que pueden haber contribuido a que Lot se detuviera. Ésta es una cuestión muy importante y le pido que le dé su más seria atención. Saber el origen de una enfermedad es un paso hacia su remedio. Aquel a quien le advierten, de antemano lo arman. ¿Quién entre mis lectores se siente seguro y no teme detenerse? Venga y escuche mientras le cuento algunos pasajes de la historia de Lot. Si actúa como lo hizo él, será un milagro si al final su alma no esté en el mismo estado que la de él.

  • Una cosa que observo en Lot es que tomó una decisión equivocada siendo muy joven. Hubo un tiempo cuando Abraham y Lot vivían juntos. Ambos eran ricos y ya no podían seguir viviendo juntos. Abraham, el mayor de los dos, con verdadera humildad y cortesía, le dio a Lot el privilegio de escoger las tierras que prefería cuando resolvieron separarse. Le dijo: “Si fueres a la mano izquierda, yo iré a la derecha; y si tú a la derecha, yo iré a la izquierda” (Gn. 13:9). ¿Y qué hizo Lot?

¡Estaba cerca de la ciudad de Sodoma! No le importaba. ¡Los hombres de Sodoma, que serían sus vecinos, eran impíos! No le interesaba. ¡Eran extremadamente pecadores ante Dios! No le incumbía. La llanura era rica. Las tierras eran buenas. Quería una región así para sus rebaños y sus ganados. Y ante este argumento, todos sus escrúpulos y dudas, si es que los tenía, desaparecieron.

  • Escogió por vista, no por fe.
  • No le pidió consejo a Dios, para que lo preservara de los errores.
  • Consideró las cosas temporales, no las eternas.
  • Pensó en sus ganancias mundanas y no las de su alma.
  • Tuvo en cuenta sólo lo que le beneficiaría en esta vida y olvidó la seria cuestión de la vida venidera. Éste fue un mal comienzo.
  • Pero observo también que Lot se mezcló con pecadores cuando no tenía ninguna razón para hacerlo. Al principio mismo, Lot “fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma” (Gn. 13:12). Ya he demostrado que esto fue un gran error. Pero la próxima vez que es mencionado, nos encontramos con que está viviendo en la misma Sodoma. El Espíritu dice expresamente: “Moraba en Sodoma” (Gn. 14:12). Dejó sus tiendas. Renunció a sus tierras. Ocupó una casa en las calles mismas de la impía ciudad.

El texto no nos dice la razón de este cambio. No sabemos de ninguna situación que lo haya causado. Estamos seguros de que no puede haber sido por mandato de Dios. Quizá a la esposa le gustaba la ciudad mejor que el campo, a fin de poder formar parte de la sociedad. Se nota a ojos vista que carecía de gracia. Quizá convenció a Lot que era necesario para beneficio de sus hijas, para que pudieran casarse y tener una vida tranquila.

Quizá las hijas lo instaron a vivir en la ciudad para poder tener amistades divertidas. Es evidente que eran chicas con una mentalidad ligera.

Quizá a Lot mismo le gustaba la idea, a fin de ganar más con sus rebaños y ganados. Al hombre nunca le faltan razones para confirmar su voluntad. Pero una cosa es segura: Lot vivió en medio de Sodoma sin una razón válida. Cuando el hijo de Dios hace estas dos cosas que he mencionado, nunca debe sorprendemos si, a la larga, recibimos malas noticias de su alma. No nos debe sorprender si hace oídos sordos a la voz de advertencia acerca de aflicciones futuras, como las tuvo Lot (Gn. 14:12), y termina deteniéndose en el día de tribulaciones y peligros, como lo hizo Lot.

Tome una decisión equivocada en la vida, una decisión no bíblica, asiéntese innecesariamente en medio de un pueblo mundano y estará en la condición más segura para perjudicar su propia espiritualidad y retrasarse en lo que a su eternidad se refiere. Éste es el modo de hacer que el pulso de su alma lata débil y lánguidamente. Es la manera de embotar e insensibilizar sus sentimientos sobre el pecado. Es la forma de apagar los ojos de su discernimiento espiritual hasta que apenas puede ver la diferencia entre el bien y el mal, y de caminar a los tropezones.

Éste es el modo de causarle parálisis moral a sus pies y demás miembros, y lo hacen andar a tambaleante y temeroso por el camino a Sion como si el saltamontes fuera una carga. Es la manera de franquearle la puerta a su peor enemigo, para darle al diablo terreno ventajoso en la batalla, de amarrar sus brazos en la lucha, de encadenar las piernas al correr, secar la fuente de su fuerza, de quitarle su energía, de cortarse el cabello, como Sansón, y entregarse a los filisteos, arrancarse sus propios ojos, girar el molino en la prisión y ser un esclavo.

Ruego a todo lector de este libro que preste mucha atención a lo que estoy diciendo. Grabe estas cosas en su mente. No las olvide. Recuérdelas al amanecer. Tráigalas a su mente al anochecer. Deje que penetren profundamente en su corazón. Si alguna vez va estar a salvo de “detenerse”, no se mezcle innecesariamente con gente mundana. ¡Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot! Si usted no quiere que el estado de su alma sea seco, torpe, embotado, perezoso, estéril, pesado, carnal, estúpido y obtuso, ¡cuídese de no tomar una decisión como la de Lot!

  • Recuerde esto cuando va a escoger un lugar donde vivir o residir. No basta con que la casa sea cómoda, bien ubicada, donde se respira aire puro, el vecindario es agradable, el alquiler o el precio bajo, y el costo de vida bajo también. Hay también otros factores para tener en cuenta. Debe pensar en su alma inmortal. El entorno de la casa en la cual usted está pensando ¿lo ayudará a ir al cielo o al infierno? ¿Se predica el evangelio en las cercanías? ¿Está al alcance de su puerta el Cristo crucificado? ¿Tiene cerca a un verdadero siervo de Dios que vele por su alma? Le insto encarecidamente que si ama la vida, no pase por alto esas condiciones tan importantes. Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot.
  • Recuerde esto al escoger un llamado, una posición o una profesión en la vida. No basta que el sueldo sea alto, bueno el jornal, fácil el trabajo, numerosos los beneficios y muy favorables las perspectivas de ser ascendido. Piense en su alma, su alma inmortal.

¿Prosperará o se retrasará? ¿Tendrá libre los domingos y podrá contar con un día por semana para sus asuntos espirituales? Le ruego, por la misericordia de Dios, que tenga cuidado con lo que hace. No tome decisiones impulsivas. Considere al lugar desde todos los puntos de vista; el de Dios, al igual que el del mundo. El oro se puede pagar demasiado caro. Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot.

  • Si es usted soltero o soltera, recuerde esto al escoger esposo o esposa. No basta con que le agrade su aspecto, que tengan los mismos gustos, que congenien en lo que piensan que haya afecto y cariño y que luchen juntos por tener un hogar cómodo para toda la vida. Se necesita algo más que esto. Hay una vida venidera. Piense en su alma, su alma inmortal. ¿Será impulsada hacia arriba o arrastrada hacia abajo por la unión que está planeando? ¿Será un matrimonio más celestial o más terrenal, vivido más cerca de Cristo o del mundo? ¿Su fe será cada vez más fuerte o más débil? Le ruego, por todas sus esperanzas de gloria, que incluya esto en sus cálculos.

Decía el anciano Baxter: “Piense, piense y vuelva a pensar” antes de comprometerse. “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos” (2 Co. 6:14). El matrimonio no se menciona en ninguna parte como un medio de conversión. Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot.

  • Recuerde esto si alguna vez le ofrecen un trabajo en el ferrocarril. No basta recibir un buen sueldo y tener un empleo fijo, la confianza de los directores y la posibilidad de que le den un ascenso. Por supuesto, estas cosas son muy buenas, pero no lo son todo. ¿Cómo le irá a su alma si trabaja en una compañía ferroviaria que corre los trenes los domingos? ¿De qué día dispondrá para dedicarle a Dios y a los asuntos de la eternidad? ¿Qué oportunidades tendrá para oír la predicación del evangelio? Le advierto con toda seriedad que piense en esto. De nada le valdrá llenar su bolsa si su alma pasa hambre y se empobrece. ¡Cuidado con vender su Día del Señor para tener una buena posición! Recuerde el plato de lentejas de Esaú. ¡Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot!

Algún lector puede pensar: “El creyente no tiene nada que temer; es una oveja de Cristo, nunca perecerá, no puede sufrir mucho daño. No puede ser que tales pequeñeces sean tan importantes”. Bueno, puede pensar eso, pero le advierto que si descuida estos asuntos, su alma nunca prosperará. Es cierto que el verdadero creyente no será echado fuera aunque se detenga. Pero si lo hace, es inútil suponer que su fe prosperará. La gracia es una planta tierna. A menos que la valore y cuide bien, pronto se debilitará en este mundo impío. El oro más brillante pronto pierde su brillo cuando se lo expone a un ambiente húmedo. El hierro más caliente pronto se enfría. Se requiere esfuerzo y trabajo para lograr que llegue a estar al rojo vivo, pero no requiere más que dejarlo estar o un poco de agua fría para que se ponga negro y duro.

Puede usted ser ahora un cristiano ferviente y celoso. Puede que se sienta como David en su prosperidad: “No seré jamás conmovido” (Sal. 30:6). Pero no se engañe. No tiene que seguir las pisadas de Lot y tomar las decisiones que Lot tomó para llegar pronto al estado del alma de Lot. Haga lo que él hizo, actúe como actuó él, y tenga por seguro que pronto descubrirá que se ha convertido en un rezagado infeliz como él. Descubrirá, como Sansón, que ya no cuenta con la presencia del Señor. Probará, para su propia vergüenza, que es un hombre indeciso y vacilante en el día de la prueba. A su fe le atacará un cáncer que arrasará con su vitalidad sin que usted se dé cuenta.

Su fortaleza espiritual se debilitará lentamente como si tuviera tuberculosis. Y a la larga, despertará para encontrarse con que sus manos apenas sí pueden realizar la obra del Señor, sus pies apenas lo pueden arrastrar por el camino del Señor y su fe no es más grande que un grano de mostaza; y esto, quizá suceda en un momento decisivo de su vida, en un momento cuando el enemigo viene, como una inundación, precisamente cuando su necesidad es más dolorosa. (Ver Sal. 106:15). ¡Ay, si no quiere detenerse en su fe, considere estas cosas! ¡Cuídese de no tomar una decisión como la de Lot!

Continuará 4 parte…

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