Cargando
×

Lot: Una luz de advertencia (1 Parte)

Lot: Una luz de advertencia (1 Parte)

“Deteniéndose él…”. Génesis 19:16

1) ¿Qué era Lot? Lo digo una vez más: Lot es una luz de advertencia.

Éste es un punto muy importante. Si no me aseguro de que usted lo note, podría perderme la clase de cristianos profesantes a quienes quiero beneficiar de un modo especial. Si no lo presentó con claridad, muchos quizá digan después de leer este capítulo: “¡Ay! ¡Lot era un hombre malo, un pobre ser, malvado y oscuro: Un hombre inconverso, un hijo de este mundo! Con razón se detuvo”. Pero ahora preste mucha atención a lo que digo. Lot distó mucho de ser algo así. Lot era un creyente verdadero, un convertido, un auténtico hijo de Dios, un alma justificada, un hombre justo.

    ¿Tiene alguno de mis lectores gracia en su corazón? Lot también la tenía. ¿Tiene alguno de mis lectores esperanza de salvación? Lot también la tenía. ¿Es alguno de mis lectores un viajero en el camino angosto que conduce a la vida? Lot también lo fue. Nadie piense que esto es sólo mi opinión particular, una mera fantasía mía, una noción que no tiene fundamento bíblico. Nadie suponga que quiero que lo crea sólo porque yo lo digo. El Espíritu Santo ha colocado el asunto, libre de posibles controversias, llamándolo “justo” y “recto” (2 P. 2:7-8) y nos ha dado evidencias de que la gracia moraba en él. Una evidencia es que vivía entre hombres impíos “viendo y oyendo los hechos inicuos de ellos” y la maldad a su alrededor (2 P. 2:8) y, aun así, él mismo no era impío.

    Ahora bien, para ser un Daniel en Babilonia, un Abdías en la casa de Acab, un Ahías en la familia de Jeroboam, un santo en la corte de Nerón y un “hombre justo” en Sodoma, uno tiene que tener la gracia de Dios. Sin su gracia sería imposible ser como alguno de estos hombres.

    Una segunda evidencia es que “veía a los prevaricadores” y se contrariaba por lo que veía a su alrededor (2 P. 2:7, 8). Se sentía herido, triste, dolorido y lastimado ante la presencia del pecado. Esto era sentirse como el santo David, quien dice: “Veía a los prevaricadores, y me disgustaba, Porque no guardaban tus palabras”, “Ríos de agua descendieron de mis ojos, porque no guardaban tu ley” (Sal. 119: 158, 136). Esto era sentirse como San Pablo, quien dice: “Tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón,… por amor a mis hermanos” (Ro. 9:2, 3). Nada puede ser la razón de esto, sino la gracia de Dios.

    Una tercera evidencia es que “afligía cada día su alma justa” (2 P. 2:8). No sucedió que se hizo indiferente o que se entibió ante el pecado, como sucede con muchos. La familiaridad y el hábito no le quitaron el filo a sus sentimientos, como sucede con demasiada frecuencia. Para muchos es un shock y un susto ver por primera vez una iniquidad, pero al final se acostumbran tanto que la ven con bastante apatía. Esto es así, especialmente con los que viven en grandes ciudades, o con ingleses que viajan en el continente. Estos, a menudo, terminan siendo totalmente indiferentes al hecho de que no se observa el Día del Señor y a muchas formas de pecados. Pero no fue así con Lot. Y también esto es una gran señal de la realidad de su gracia.

    Así era Lot: Un hombre justo y recto, un hombre sellado como heredero al cielo por el Espíritu Santo mismo. Antes de seguir adelante, recordemos que un cristiano auténtico puede tener muchas manchas, muchos defectos y muchas debilidades y, aun así, ser un cristiano auténtico. No despreciamos al oro porque esté mezclado con mucha escoria. No le quitemos valor a la gracia porque está acompañada de mucha corrupción. Siga leyendo y verá que Lot pagó caro por “detenerse”. Pero no se olvide, al ir leyendo, que Lot era un hijo de Dios.

    Continurá 2 parte

    Compartir contenido en:

    Publicar comentario

    © 2025 Cristianos Bíblicos. Todos los derechos reservados.