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La trampa de la ortodoxia muerta

La trampa de la ortodoxia muerta

Por Luis M. Sarabia

La nueva soberbia: cuando los reformados se creyeron infalibles

  • Ahora resulta que la forma en que predican los reformados es la única forma bíblica, pura, perfecta y libre de error.
  • Ahora resulta que su estructura de liderazgo es incuestionable, que sus procesos de elección son impecables, y que “imponer manos” garantiza automáticamente la voluntad de Dios.
  • Ahora resulta que entre ellos no hay falsos líderes, ni intereses personales, ni ambición de poder.
  • Ahora resulta que sus decisiones, como son “democráticas”, son también “infalibles”.
  • Ahora resulta que las únicas herejías están afuera… y que ellos son los custodios exclusivos de la sana doctrina.

Hasta dónde hemos llegado con tanta soberbia espiritual disfrazada de ortodoxia.


El orgullo del que se cree “correcto”

Uno de los pecados más sutiles —y más letales— en la iglesia es el orgullo doctrinal.
Ese orgullo que te hace sentir superior a otros creyentes porque “tú sí entiendes la Biblia”, “tú sí predicas expositivamente”, “tú sí estás en una iglesia reformada”.

Pero olvidan algo: el conocimiento sin humildad es condenación.
Pablo lo dijo sin rodeos:

“El conocimiento envanece, pero el amor edifica.” —1 Corintios 8:1

  • Muchos se golpean el pecho diciendo “Sola Scriptura”, pero viven “Sola Mi Opinión”.
  • Predican la gracia, pero la niegan en su trato.
  • Proclaman la justificación por la fe, pero juzgan como si fueran los jueces del mundo.
  • Defienden la soberanía de Dios, pero actúan como si ellos mismos fueran soberanos sobre los demás.

Y lo más grave: ya no se reforman.
Olvidaron que “reformado” no significa “perfecto”, sino en constante reforma según la Palabra de Dios (“ecclesia reformata semper reformanda”). Pero hoy la reforma se ha vuelto un estandarte de orgullo, no un llamado a transformación continua.

Falsos líderes también visten de reformados

Jesús advirtió que habría falsos profetas y lobos vestidos de ovejas (Mateo 7:15).
¿De verdad creemos que ninguno de esos lobos se ha metido entre los reformados?
¿Qué Satanás solo trabaja entre los pentecostales, carismáticos o católicos?

  • “Porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz.” —2 Corintios 11:13-14

Sí, también hay falsos maestros en los púlpitos reformados.
También hay hombres que aman el control, el reconocimiento y la autoridad.
También hay quienes usan la doctrina como un látigo para someter conciencias, no para pastorear almas.

Y sí, también hay reformados que viven en pecado, aunque lo encubran con palabras elegantes y versículos bien citados. El pecado no desaparece por pertenecer a una denominación, ni por predicar expositivamente, ni por estudiar en seminarios. El pecado muere solo cuando el corazón se rinde verdaderamente a Cristo.

La trampa de la ortodoxia muerta

El Señor Jesús denunció a los fariseos por exactamente lo mismo que hoy se ve en muchos círculos reformados: tener la doctrina correcta pero el corazón podrido.

“Este pueblo de labios me honra, más su corazón está lejos de mí.” —Mateo 15:8

  • Tenían la teología, pero no tenían amor.
  • Sabían la Escritura, pero no conocían al Autor.
    Y Jesús les dijo:

“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida.” —Juan 5:39-40

Así están muchos hoy: viviendo una fe intelectual, sin Espíritu, sin quebranto, sin amor.
Predican a Cristo, pero no lo reflejan.
Defienden la verdad, pero no la viven.

Dios resiste a los soberbios

Hay un verso que parece haber desaparecido de la memoria de muchos reformados:

“Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los humildes.” —Santiago 4:6

No importa si predicas expositivamente, si conoces el griego y el hebreo, si citas a Calvino o a Spurgeon.
Si tu corazón está lleno de orgullo, Dios mismo te está resistiendo.

La soberbia doctrinal es tan abominable como la herejía abierta. Porque uno pervierte la verdad con mentira, y el otro la pervierte con arrogancia y ambos conducen a la misma ruina.

“Tienes nombre de que vives, y estás muerto.” —Apocalipsis 3:1

Reformados, pero no transformados

Muchos presumen de estar “en una iglesia bíblica”, pero la verdadera iglesia bíblica no es la que interpreta correctamente, sino la que vive lo que predica y eso implica humildad, servicio, arrepentimiento y dependencia del Espíritu.

“El que quiera ser el primero, será el postrero de todos, y el servidor de todos.” —Marcos 9:35

  • No basta con tener sana doctrina si se tiene un corazón enfermo.
  • No basta con corregir errores ajenos si no se corrigen los propios.
  • No basta con ser reformado si no se ha sido transformado.

La iglesia reformada —como todas las demás— está llena de pecadores.
Y el día que deje de reconocerlo, habrá dejado de ser iglesia.
El orgullo doctrinal es una señal de apostasía, no de madurez.

No hay denominación perfecta. No hay método infalible. No hay estructura libre de pecado.
Solo hay un perfecto: Cristo.
Y solo su Espíritu puede reformar lo que la soberbia humana destruye.

“El que se gloría, gloríese en el Señor.” —1 Corintios 1:31

Que Dios tenga misericordia… porque muchos se han creído reformados, pero no han sido redimidos.

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