Cargando
×

La falsa amistad que te mata

La falsa amistad que te mata

Luis M. Sarabia

La Sabiduría de la Corrección Fraterna: Amar No es Aplaudir el Pecado

“Anda con quien te corrige, porque quien aprueba tu pecado, no te ama.”

Esta frase, tan incómoda para los oídos modernos, es profundamente bíblica. Vivimos en una generación que confunde amor con aprobación, y unidad con silencio cómplice. Pero la Escritura lo deja claro:

“Mejor es la reprensión manifiesta que el amor oculto. Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece.” (Proverbios 27:5-6)

La Palabra no nos da opción: la corrección honesta, aunque incomode y hiera nuestro orgullo, es una marca de amor verdadero. El que te ama en Cristo no te aplaude el pecado, te lo confronta. El que calla por miedo a incomodarte, o por interés personal, no es tu amigo, es tu enemigo disfrazado.

Callar ante el pecado es odiar

Dios fue claro desde el Antiguo Testamento:

“No aborrecerás a tu hermano en tu corazón; razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.” (Levítico 19:17)

No corregir al hermano que está en pecado no es neutralidad, es complicidad. El silencio “para evitar problemas” es en realidad odio disfrazado de prudencia. Si ves a alguien caminando hacia un precipicio y no dices nada, no lo amas, lo desprecias.

La falsa amistad que mata

Muchos creen que la amistad consiste en “estar ahí” sin juzgar. Pero la Biblia dice que los “besos del que aborrece” son dañinos. Es decir, el adulo, la palmada en la espalda, la frase “tranquilo, Dios conoce tu corazón” mientras el otro vive en rebelión, no es amor, es asesinato espiritual con palabras suaves.

Jesús no fue un adulador. Confrontó el pecado de frente, desde los fariseos hipócritas hasta sus propios discípulos cuando desviaban el propósito de Dios (Mateo 16:23). Si el Hijo de Dios no calló ante el pecado, ¿quién eres tú para hacerlo?

La corrección es parte del amor de Dios

El Nuevo Testamento nos recuerda que la corrección es inseparable del amor:

“Porque el Señor al que ama, disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo.” (Hebreos 12:6)

Si Dios mismo disciplina a los que ama, ¿por qué nosotros creemos que amar es nunca incomodar? La corrección no es rechazo, es cuidado. Un padre que no corrige a su hijo lo odia (Proverbios 13:24).

Un mandato para la iglesia

Jesús estableció un procedimiento claro para la corrección dentro de la comunidad de creyentes:

“Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando tú y él solos; si te oyere, has ganado a tu hermano…” (Mateo 18:15-17)

El objetivo no es exhibir, humillar ni condenar, sino restaurar. Pero restaurar sin confrontar es como intentar curar una herida infectada sin limpiarla: solo encubres la infección.

Con quién caminar

Pablo exhortó:

“No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.” (1 Corintios 15:33)

Escoge caminar con personas que no teman perder tu amistad por decirte la verdad. Rodéate de hermanos que prefieran incomodarte hoy para salvarte mañana. El verdadero amigo no es el que celebra tus errores contigo, sino el que se arriesga a perder tu aprobación por amor a tu alma.



La iglesia contemporánea está llena de “amigos” que no aman, sino que toleran. Prefieren conservar relaciones superficiales antes que arriesgarse a la incomodidad de la corrección. Pero el amor bíblico no es débil ni cobarde: es valiente, directo y dispuesto a herir si esas heridas traerán sanidad.

La próxima vez que alguien te confronte con la Palabra, no te ofendas. Dale gracias. Tal vez esa persona sea uno de los pocos que realmente te aman.

“Fieles son las heridas del que ama; pero importunos los besos del que aborrece.” (Proverbios 27:6)

Compartir contenido en:

Publicar comentario

© 2025 Cristianos Bíblicos. Todos los derechos reservados.