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¿Es la predicación expositiva el “Santo Grial”?

¿Es la predicación expositiva el “Santo Grial”?

Por: Luis M. Sarabia

Una Reflexión Honesta Sobre los Métodos de Predicación
En muchos círculos cristianos, especialmente en las iglesias que se consideran “bíblicas” o “reformadas”, la predicación expositiva ha alcanzado un estatus casi incuestionable. Es promovida como el método correcto, fiel y prácticamente infalible para enseñar la Palabra de Dios. Pero ¿realmente es así? ¿Hemos elevado este método a una posición que no le corresponde? En este artículo comparto una reflexión crítica sobre cómo los métodos de predicación han sido percibidos y aplicados en la iglesia contemporánea, y por qué es peligroso poner nuestra confianza en una técnica más que en la verdad y el carácter del predicador.

¿Qué es la predicación expositiva y por qué es tan valorada?

La predicación expositiva es aquella que busca explicar y aplicar un pasaje de la Escritura en su contexto original, versículo por versículo. Su fortaleza radica en el intento de ser fiel al texto bíblico, evitando interpretaciones superficiales o fuera de contexto.

Sin embargo, aunque este método tiene grandes virtudes, también es evidente que ha sido sobrevalorado en muchos sectores. La mayoría de las iglesias reformadas lo usan exclusivamente y solo recurren al método temático (predicaciones centradas en temas específicos con múltiples textos) cuando cambian de libro o en conferencias.

¿El problema es el método… o el hombre?

Lo preocupante es que muchos han llegado a considerar la predicación expositiva como un método perfecto, libre de errores, casi como si quien lo utiliza automáticamente quedara protegido contra la mala interpretación. Este pensamiento ha generado una falsa sensación de inerrancia en el púlpito, y ha llevado a algunos predicadores a actuar con orgullo, como si el apegarse al texto los librara de toda posibilidad de equivocarse.

Pero la realidad es otra. Por muy bueno que sea el método, quien lo utiliza sigue siendo un ser humano caído, susceptible a errores, prejuicios, interpretaciones personales y hasta manipulación del texto. No es el método el que falla; fallamos nosotros.

La historia se repite: errores de ambos lados

En las iglesias de corte carismático, el error común ha sido usar exclusivamente la predicación temática sin considerar el contexto bíblico, basándose muchas veces en la imaginación o en interpretaciones alegóricas. Eso ha derivado en errores doctrinales y malas prácticas.

Pero ahora, irónicamente, muchos reformados, con toda su teología y formación, están cayendo en el error opuesto: idolatrar el método expositivo como si fuera un filtro infalible. Y, como en todo extremo, se corre el riesgo de introducir errores, doctrinas forzadas o interpretaciones privadas bajo la excusa de ser “fieles al texto”.

Un llamado a la humildad bíblica

La Escritura nos recuerda constantemente nuestra fragilidad. El apóstol Pablo le dijo a Timoteo:

Ten cuidado de ti mismo y de la doctrina; persiste en ello, pues haciendo esto, te salvarás a ti mismo y a los que te oyen” (1 Timoteo 4:16).

Eso demuestra que ni siquiera un discípulo cercano a Pablo estaba exento del error. Nadie lo está. Incluso el propio Pablo se pone a sí mismo bajo escrutinio cuando dice a los Gálatas:

“Pero si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema” (Gálatas 1:8).

Y por eso se elogia a los creyentes de Berea, quienes escuchaban con atención, pero confirmaban todo a la luz de las Escrituras (Hechos 17:11).

Conclusión: más que métodos, necesitamos corazones quebrantados

La predicación fiel no depende únicamente del método que se use, sino del carácter, la humildad y la reverencia del predicador hacia la Palabra de Dios, pero aun con todo esto, no se evitará las malas interpretaciones. El método es solo una herramienta, no un escudo infalible.

Ya sea que se use una predicación expositiva, temática o textual, todos estamos expuestos al error. No podemos caer en la arrogancia de pensar que un método nos libra de nuestras limitaciones humanas. Necesitamos líderes con corazones quebrantados, apasionados por la verdad, dispuestos a ser examinados y corregidos, y una iglesia que, como los de Berea, escudriñe todo con discernimiento.

Es hora de dejar de idolatrar métodos y empezar a depender más del Espíritu Santo, y ser humilde al reconocer nuestra vulnerabilidad al error. Al final del día, el método es una herramienta, no un escudo infalible.

Porque al final del día, el error no nace en el método… sino en el corazón del hombre. Si no cuidamos nuestro corazón, podemos terminar usando el mejor método de la peor manera.

Por: Luis M. Sarabia

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