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¿Por qué están muriendo tantos jóvenes?

¿Por qué están muriendo tantos jóvenes?

Luis M. Sarabia

Cuando la vida se va temprano, Dios está hablando… ¿Estás escuchando?

Es imposible ignorarlo.
Cada semana hay una nueva noticia:
Un joven asesinado,
Un accidente trágico,
Una enfermedad repentina,
Una muerte inexplicable.

Demasiados jóvenes están muriendo.
Y no, no es normal.

La muerte es consecuencia del pecado, lo sabemos (Romanos 6:23).
Pero algo llama poderosamente la atención:
la frecuencia, la juventud, la indiferencia.

Y cuando eso pasa, no puedo evitar mirar a Dios.
Porque Él es quien da y quita la vida (Job 1:21).
Y aunque todos merecemos la muerte por causa del pecado, la Palabra también dice que Dios no quiere la muerte del impío, sino que se arrepienta y viva (Ezequiel 18:23).
Entonces, ¿qué está pasando?

Dios sigue hablando, pero ya nadie escucha

Vivimos en una generación que ha cerrado sus oídos a Dios.
La mayoría de los jóvenes ya no quieren saber nada de Su Palabra,
Nada de principios,
Nada de obediencia,
Nada de arrepentimiento.
Su ideología es simple:
“Haz lo que quieras, cuando quieras, como quieras.”

Pero el deseo humano sin Dios siempre se inclina al mal (Jeremías 17:9),
Y el mal tiene consecuencias.
No solo morales, sino eternas y físicas.

“El alma que pecare, esa morirá.”
(Ezequiel 18:4)

“Porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que lleva a la vida; y pocos son los que la hallan.”
(Mateo 7:14)

Muchos creen que morir jóvenes es “mala suerte”,
O que fue “el destino”.
Pero hay una correlación espiritual real:
Vivir lejos de Dios abre la puerta a la muerte temprana.

“El temor del Señor es vida, y con él vivirá lleno de reposo el hombre; no será visitado por el mal.”
(Proverbios 19:23)

“Hijo mío, no te olvides de mi ley… porque largura de días y años de vida y paz te aumentarán.”
(Proverbios 3:1-2)

Rechazar a Dios es autoaniquilarse

Dios estableció su ley como medicina para el alma y para el cuerpo (Proverbios 4:20-22).
Pero cuando se ignora esa ley, el resultado es enfermedad, ruina y muerte.

Y lo peor no es la muerte física,
sino la muerte eterna.

“Y el que no fue hallado inscrito en el libro de la vida fue lanzado al lago de fuego.”
(Apocalipsis 20:15)

“Porque todos los que sin ley han pecado, sin ley también perecerán.”
(Romanos 2:12)

Por eso Jesús fue tajante:

“Os digo: No; antes si no os arrepentís, todos pereceréis igualmente.”
(Lucas 13:3)

Ese “pereceréis igualmente” no solo habla de muerte física,
sino de una muerte sin salvación, sin esperanza, sin redención.

Este es el llamado: ¡Arrepiéntete y vuelve a Dios!

No es tiempo de vivir como si nada pasara.
Dios está hablando.
Las muertes no son silenciosas:
gritan que el juicio está cerca.

Y si tú, joven, has estado viviendo en indiferencia, pecado y rebeldía…
Escucha bien:
Todavía hay esperanza.
Dios es justo, pero también es misericordioso.
Aún hay tiempo para volvernos a Él.

“Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.”
(Isaías 55:6)

“Convertíos a mí con todo vuestro corazón… rasgad vuestro corazón, y no vuestros vestidos…”
(Joel 2:12-13)

No esperes a que la muerte llegue a tu puerta para preguntarte si estabas listo.
La eternidad no se improvisa.
Arrepiéntete hoy.
Cree en Jesucristo.
Entrégale tu vida en fe y obediencia.
Y camina en santidad.
No porque te salves por obras, sino porque la evidencia de una salvación verdadera es una vida transformada.

Pues Él dice: En el tiempo propicio te escuché, y en el día de salvación te socorrí. He aquí, ahora es el tiempo propicio; he aquí, ahora es el día de salvación. 2 Cor 6:2

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